Hablemos de tus labios con sabor a miel y valentía.
Hablemos de esos preciosos labios que tienes y lo doloroso que es para mí no besarlos cada vez que me despierto.
Es como si tu boca conociera a la mía de toda la vida y supiera exactamente dónde besar, dónde poner la lengua, dónde dejar caer los “te amo”.
Tus labios rozan a los míos y, de pronto,
un beso se transforma en hogar,
una caricia se vuelve cielo
y tus dedos en estrellas que no dejan de brillar.
Hablemos de tus labios.
De la manera en la que me seducen y me hacen sentir mujer.
De la forma en la que me arrullan y tocan levemente mi frente cuando no puedo dormir.
O mejor aún,
hablemos de ti,
porque la verdad es que cada vez que me besas así lo único que quiero es hundirme en tu piel,
en tu vida,
en tu cama,
en tus labios,
mi amor.