Hoy salí a mi terraza.
No esperaba encontrar mucho ahí afuera, pero me topé con la Luna y unas ganas de llorar tan profundas que no pude evitarlas.
De pequeña solía pensar que la Luna me seguía a todos lados y, en realidad, sí lo hizo. Grabó cada paso, cada rostro, cada esquina en la que me paré.
Sin embargo, ahora no me sigue a ningún sitio, solo me mira estática, te mira a ti del otro lado y tiñe con nostalgia esos besos que me dabas enfrente de mi casa.
Esas ocasiones en las que me traías flores y una sonrisa o aquellas veces en las que salía tan triste que lo único que podía hacer era esconderme en tu pecho.
Te extraño y sé que te lo digo con frecuencia.
Cuando te vas a trabajar, cuando me voy de viaje por unos días, cuando te duermes unos minutos y luego despiertas.
Pero, esta vez es tan real que la poesía ha dejado de saber igual.
Ya no sabe a ti, sabe a distancia
y eso
me desgarra.