Los días después

Me derretí en el sillón
un día o diez
a leer mis libros favoritos
y jugar con el colocho
que se me hace del lado derecho
cuando no me lavo el pelo.

Me pegué a la ventana un par de veces
a observar el bosque ser
a contar el número de veces
que pasan los pájaros blancos en parvada
me parece que fueron diez seguidas
—luego me distraje—.

Me vi al espejo con paciencia
los lunares
las marcas
los poros.
Estoy creciendo, se nota.
Cuando me detuve en los ojos
lloré
porque llevo años acumulando
cosas que me pesan
en lo negro que cree alrededor de mi mirada
no pasa nada
ya dejé esas cosas atrás.

¿Si escribí? Casi nada.
Es hasta ahora que me detengo a poner en papel todo lo que acumulé estos días.
Soy una mujer frágil
un ser humano frágil
frágil, como cualquiera.
Otra más en el nido de alfileres.

Si me da la gana hoy
vuelvo a perder el día.
Me llena de alegría dejar de ponerme cajas ajenas en los hombros.
Me quedo con mi playera liviana
y los ojos que luchan a las diez por comenzar a ver la luz del día.

Le dejo a mis sueños la madrugada.